jueves, 14 de mayo de 2009

Me pega mal la cerveza


De esas cosas insólitas, groseras, gurangas, como uno, que pasan de tanto en tanto el sábado me pasó una. Un verdadero dolor de cabeza.
No me podía ir mejor. Estaba en uno de esos bares de mala muerte, donde confluyen “los locos, los borrachos, con las putas y los guachos”, alternado saques de tequila y cervezas. Escuchando buena música, y en compañía de mi chico, realmente me estaba divirtiendo, no podía pedir nada más.
De pronto siento una mano que me acaricia la pierna. Solo me hizo falta girar la cabeza para darme cuenta que correspondía al perfecto extraño con el que compartía la barra.
Le advierto de buena manera, sonriendo mientras le decía: “dejáme de joder o te bajo los dientes”. Entendió la indirecta, pero tuvo la mala suerte que de justo en ese momento llegaba el Moro del baño.
Lo primero que pregunta es que paso, y yo, que a esa altura no tenía filtros, se lo cuento. “Ya está, quedate piola, no me jodió más”, trato de tranquilizarlo. Como Otelo no saltó al cuello del pobre pibe dado vuelta, paso a otra cosa mariposa. El incidente no iba a arruinarme la primavera.
Estaba entonces tratando que el discjockey y su novia complazcan mis caprichos musicales cuando siento un fuerte golpe en la cabeza. Solo el ruido de vidrios rotos me hizo dar cuenta que fue una botella. Para decirlo en castellano: me partieron una botella por la cabeza!!!!!!!!!!!!
La mezcla entre el alcohol que llevaba puesto (que sirvió de anestesia en ese momento) y el golpe, contribuyó al desconcierto. Cuando me doy vuelta caigo en cuenta, casi instintivamente, que el golpe provino de la minita que estaba al lado del flaco mano larga. Y no contenta con el botellazo hacemos la típica de pelea de minas: agarrarnos de los pelos. Así estuvimos por un rato de las mechas hasta que nos separan. (¿Por qué será que siempre te agarran de atrás y de los brazos? ¡¡¡¡¡¡¡Tarados así te pueden seguir cagando a palos!!!!!). Mientras tanto lo único que me interesaba era mi cartera que en todo el quilombo había quedado sobre la barra. Alguien se apiadó de mis gritos desesperados y me la pasó mientras me sacaban a la rastra del bar.
Afuera seguía sin entender ¿por que?, ¿que había hecho yo para recibir un botellazo en la cabeza?
En eso Otelo confiesa que minutos antes manifestó su descontento con el atrevimiento del muchacho con un impacto de cabeza, o mejor conocido como cabezaso. Resultado de eso: chocolate.
Comprendo entonces que lo de la flaca fue una venganza. Me cago de risa, y pienso pobre mina… Los que me conocen quedaron pasmados al saber que no emprendí una búsqueda para degollarla con una lata de Coca Cola. Pero el hecho de que alguien me parta la cabeza de bronca, solo habla de envidia, y no seré Angelina, pero por algo será…

1 comentario:

  1. weee morocha, contá donde fue y quiénes son así los agarramos entre todos por boludos!!!

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