domingo, 30 de agosto de 2009

Las estrellas, en el cielo


Excelentísimas autoridades de Radio Natagalá,
Sr. Mauro Bistman,
Hombres del chaco,
Sra. Alegre,
De mi mayor consideración:


¡Qué esperpento! ¡Qué barbaridad! La televisión en la actualidad ha ido de castaño a un rubio teñido más que desagradable. La información en ella vertida es –a lo menos- una muestra de la falta de voluntad aprendicionista de un pueblo golpeado, de un pueblo que otrora conociera grandes artistas. Artistas que no se convertían en tal luego de hacer una obscenidad en alguna cámara indiscreta, o pretender y festejar alguna estrella del balompié. Ellos eran artistas porque estudiaron para ser lo que querían ser, mostrando y generando una ideología propia. Eran artistas porque estaban listas negras, y porque se exiliaban en caso de no poder estar de acuerdo con un régimen que no les permitiera ejercer su arte.

Ahora nos sobran los ejemplos de gente que no puede definir su labor cotidiana, ni su camino, ni su verdadera vocación. Y esto no solo está señalando a las diversas personas de sexo femenino, de moral indefinida, que prefieren siempre la tanguita al trajecito sastre, aún llorando la muerte de su progenitor en la tapa de un semanario. No. No sólo a ellas. Tenemos a esos varoncitos, esos que tampoco saben definir bien qué son, como el supuesto amante de la Sra. Baldini, el ex Sr. Alfano, y el supuesto ex (¿se dice compañero?) del hijo del corazón del Sr. Guido Süller.

Esa es nuestra cotidianeidad, nuestra rutina diaria. Como cronistacionista de la materia espectáculos que soy, me veo costantemente compelido a tener que brindar información al radioyente (que etimológicamente significa radio, por radio, claro, de radiotransmisor; y yente, del portugués “muchedumbre”, por eso “gente de radio”) sobre estos personajes funambulescos, que nada construyen a una sociedad moralmente exitosa, soberana y acorde a los mandatos de la religión católica.

Me pregunto, entonces, dónde están estos verdaderos artistas. Actores, actrices, intérpretes, y por qué no músicos también (porque ellos también pueden ser considerados artistas)… ¿dónde se han ido? Al exilio no. Las listas negras ya no son públicas, aunque todos sabemos que no dejan de existir, y que siempre hay un cajón de escritorio ávido de resguardarlas. Así que no les pueden echar la culpa. ¿Se han ido? ¿Se retiraron como la genial Greta Garbo, desapareciendo de la vida pública?

No, señores. Ellos conocen un mejor lugar. Un gran espacio donde ellos pueden ser ellos y permanecer en su destino vocacional: el bajo perfil.

Cuando uno presta atención, logra desentenderse de la gran farándula escandalosa que nos quieren imponer, y busca con precisión de soldado raso, encuentra un tesoro. Federico Luppi y Julio Chávez en “Tratáme Bien”, haciendo un duelo que podría ser clase abierta para jóvenes actores. Miguel Ángel Solá, interpretando a un hombre de la fuerza pública, en una televisión que no lo es, pero igual la llamamos así. Norma Aleandro, Mercedes Morán, Alfredo Alcón, y tantos otros, quienes no llenan salas en calle Corrientes, porque la competencia revisteril y barata es mucho más amplia.
Ellos permanecen. Porque lo de ellos es la mejor forma que ellos encontraron de llevar el pan a su mesa. Porque hacen arte, y no escándalo. Porque conmueven, sin mostrar un gramo de piel. Porque nos conquistan con algún detalle, haciendo lo que mejor conocen: simplemente su trabajo.

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